“El problema de los 3 cuerpos”, el éxito insuficiente y el refugio en el papel.

 Quizás la edad nos hace ver cosas de las que antes no nos dábamos cuenta en el panorama audiovisual. Siempre he reconocido que de pequeño no me atraían los libros. Quizás porque no coincidían con mis gustos o no tenía la capacidad de imaginarme lo que me estaban contando aquellas “eternas” páginas llenas de letras. Prefería los comics. 

Sin embargo, algo que siempre me ha atraído ha sido el cine y, desde que soy adulto, las series. No era consciente de cómo bebían estos dos medios de la literatura. Los libros son como una fuente eterna de la que pueden recoger historias para adaptar a la grande y pequeña pantalla. Con mayor o menor fortuna, han ido desfilando los clásicos. Quizá se repiten demasiadas veces algunos títulos, aunque ciertos giros de tuerca nos presenten la misma historia vista desde otro punto de vista y nos den alegrías que no esperábamos. 

El panorama actual parece lleno de refritos, franquicias y falta de ideas porque quienes ponen el dinero (las productoras, cadenas de TV y demás plataformas de streaming) no quieren arriesgar en crear contenidos originales. También es entendible ya que cada día se gastan más y más dinero en hacer llegar su producto a los cines o tv. ¿Qué no hay algo que reutilizar? Entonces se tira de los últimos superventas literarios para tener un público base al que llegar y encontrar el nuevo filón que les dé la nueva franquicia que llene sus bolsillos.



Y aquí, por fin, llegamos al caso de “El problema de los 3 cuerpos” del escritor Liu Cixin, primera parte de la trilogía “El recuerdo del pasado de la Tierra”, de la que no hablaré en profundidad (podéis ver de qué va en la Wikipedia ) porque no es el objeto de este texto y (por ahora) no me la he leído, aunque como veréis más adelante ya la tengo en mi punto de mira.

Esta novela del 2008, aunque se publicó por entregas un par de años antes, alcanzó popularidad en 2015 cuando ganó el importante Premio Hugo [https://es.wikipedia.org/wiki/Premio_Hugo_a_la_mejor_novela], momento a partir del cual empezaron a prestarle atención (otro día hablaré de los premios literarios). Netflix fue quien se llevó el pato al agua y ha estrenado hace unas semanas su adaptación en formato serie, con ocho episodios en esta temporada. 

¿El resultado? En mi opinión y sin compararla con la novela, que recordemos no me he leído todavía: un producto muy interesante que se aleja de lo que vemos normalmente y que tiene una pinta espectacular. 


¿El problema de la serie? Que es cara, muy cara. 20 millones por episodio más contratos de exclusividad para los Showrunners (los mismos que Juego de Tronos) y publicidad. Para colmo no ha llegado a las expectativas de los mandamases de la cadena: 11 millones de visualizaciones y 81,7 millones de horas reproducidas en las dos primeras semanas parece que no es suficiente.

¿El problema para el espectador (osease, nosotros)? Que una vez más dependemos de las expectativas de los que dirigen Netflix o el que toque. No importa la cantidad de visualizaciones que haya, aunque sean enormes. Si en algún gráfico indica que había que llegar hasta cierta cantidad, y no se ha llegado, aunque sea por un 0,1% pues no se continua la producción de la siguiente temporada. Da igual el fandom que genere, el merchandising, los premios que se lleve o las previsiones a futuro, los números son lo importante. 

Pero hay otro problema, como espectador/consumidor del producto quiero que lo que estoy viendo me satisfaga. No sólo a nivel cualitativo, sino también en su conjunto. Necesitamos una continuidad o al menos un final de lo que vemos, aunque no nos guste. ¿Alguien dijo “Juego de Tronos”? Esta serie, cómo muchas otras, no se componen de episodios procedimentales como podría ser “CSI” o “House”, donde pese a haber una trama que da trasfondo a los personajes durante 15-20 episodios, los episodios empiezan y acaban. Da igual que te pierdas un par de capítulos, ¡te puedes volver a enganchar unas semanas más tarde y no pasa nada! 

Por lo que he leído por ahí, en el caso que nos atañe, hay un 50% de posibilidades de cancelación.

Sin embargo, cuando se cuenta una historia ya escrita, que tiene desarrollada toda la trama en papel ¿Cómo puedes hacer una serie del primer libro y no continuarla? Si se plantea una temporada por libro, porque no son auto conclusivos como podría ser “Reina Roja”, y no se va a seguir apostando por ello. Mejor no la hagas. Haz películas, que seguro que será más barato. Pero como lo que se lleva ahora son las series… 


Como lectores, cuando compramos un libro de una saga, sabemos que nos arriesgamos a que no nos guste y acabamos abandonándolo, pero somos nosotros quienes tomamos la decisión de hacerlo. Posiblemente no volvamos a elegir un libro de ese autor/a o de esa temática. 

Y aquí quiero llegar, nos encontramos con la pescadilla que se muerde la cola. 

Si Netflix, la pongo a ella porque parece que es la plataforma que ha entrado en esta dinámica, hace 30 series “potentes” al año y sólo continua 3, ¿para que ha servido gastar el tiempo en las otras 27 si no voy a tener un final? Se llega a un punto en que directamente NO VES NINGUNA hasta que no tenga al menos 2 o 3 temporadas y apunte a que se les va a dar una continuidad hasta que terminen. Por lo tanto, seguirán generando contenidos que están abocados a que no se vean, aunque sean muy buenos. Quien sabe, quizás sea mejor ver versión china. Últimamente me refugio en series autoconclusivas de una única temporada o de catálogo, ya terminadas o a punto de hacerlo.

En conclusión: han conseguido que me interese más leer los libros en los que está basada que en esperar la segunda temporada. 

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